El día que conoció a Francesca Bridgerton, Michael probó por primera vez el dulce sabor del amor y el amargo gusto de la desesperación. Porque ella era la única de las muchas mujeres que había conocido que le inspiraba auténtica pasión, pero era también la mujer de su primo John, al que quería más que a un hermano. El destino interviene y John muere de forma repentina. Su desaparición proporciona a Michael riqueza y posición... pero lo único que siempre envidió de él sigue estando fuera de su alcance, tras la infranqueable barrera del remordimiento. Francesca no entiende por qué el mejor amigo de John y en quien ella misma siempre ha buscado apoyo, no está a su lado para consolarla. Algo en su interior le dice que debe dar un pequeño paso, apenas un gesto, para que el secreto de Michael salga por fin a la luz. Pero esa misma voz le dice también que cuando lo haga su propia vida cambiará para siempre.