Es noviembre y el rey de los rebecos sabe que se acerca a los últimos días de su existencia. Es un ejemplar implacable y el periodo de su dominación ha sido largo. Desde las alturas observa su prolífica descendencia. Aunque el águila es temible porque se presenta por sorpresa, el único rival que puede desafiarlo es el viejo cazador. Es astuto, pero el olor delata al hombre y sus sentidos son muy limitados. Como el rebeco, ocupa una posición de supremacía entre sus semejantes y es consciente de que sus fuerzas se apagan. Lo consideran el último de los cazadores furtivos y le precede un historial de muerte sin parangón. Ningún hombre conoce la montaña como él.
Ambos, el rebeco y el cazador, son ejemplares solitarios y encaran el ocaso de sus vidas. Y ha llegado la hora de medir sus fuerzas.
A través del lirismo y de la evocadora precisión de la prosa de Erri, asistimos al duelo de estos dos mamíferos solitarios, únicos, cada uno soberano en su reino particular.
«Un autor de culto.» Mercedes Monmany, Babelia, El País
«El único verdadero escritor de categoría que por ahora ha dado el siglo XXI.» Corriere della Sera