Insatisfecho con la noción de «pulsión gregaria», Freud parte de la descripción de las masas hecha por Le Bon para poner de manifiesto el papel esencial del «líder». El lazo que une a cada individuo de la masa con el conductor tiene la naturaleza de una relación amorosa, por la vía de una identificación que vincula también entre sí a todos los miembros de la masa. Su fuente está en la situación de la horda primordial, organizada en torno del padre a la vez temido y venerado por cada uno de los hijos. El análisis de la psicología de las masas permitió a Freud avanzar aún más en el conocimiento de la estructura del yo, dando un lugar central a la instancia que llegará a ser el superyó.