Plutarco nació en Queronea, a mediados del siglo I d. C., probablemente hacia el año 46. Le tocó vivir una
época gris de la historia griega, a la sombra del todopoderoso Imperio romano. Atenas, que con el tiempo acabaría
concediéndole la ciudadanía honoraria, ofreció a Plutarco la posibilidad de acceder a los conocimientos que le era
imposible adquirir en su querida ciudad natal y que llegarían a ser muy vastos en muchos campos, especialmente en
filosofía. Su prestigio como erudito, hombre comprometido con las causas de su pueblo y persona de trato muy agradable
le llevaron a ocupar a lo largo de su vida diversos cargos y dignidades de importancia, tanto políticos como religiosos.
Siguiendo la misma estructura que el resto de sus Vidas, Plutarco escoge en esta ocasión a Teseo (responsable de la
fusión de Atenas) y Rómulo (fundador de Roma), quienes gozaban fama de ser hijos de dioses, y expone por separado sus
vidas, centrándose no tanto en relatar con detalle lo que hicieron y vivieron como en mostrar sus virtudes y sus vicios,
en criticar o elogiar sus actitudes y elecciones acertadas o erróneas.