El camino hacia la realización personal y el éxito profesional raramente traza una línea recta. ¿Qué diferencia
a los individuos capaces de dominar este tipo de desafíos de aquellos que se quedan a mitad de camino? La
respuesta es la agilidad emocional. La reconocida psicóloga Susan David descubrió que, más que la inteligencia,
creatividad o personalidad, es la forma en que gestionamos nuestro mundo interior -nuestros pensamientos
y emociones- lo que finalmente determina que alcancemos o no nuestros objetivos. Los emocionalmente ágiles
saben adaptarse a las circunstancias, actuar en consonancia con sus principios y realizar pequeños, pero poderosos,
cambios que los resitúan en la vía del crecimiento.