Érase una vez un mar sin orillas. Un delirante mundo ahogado, un naufragio en el que el barco es completamente succionado por sí mismo, una náufraga que logra no rendirse a pesar de sus pulmones en carne viva saturados de sal, el descubrimiento de que el mar era otro cielo en el que callan los incesantes gritos de las heridas si logras devolver a tus alas el movimiento.
Este libro es tan final como comienzo. Está escrito en el lenguaje del sueño, de quien se ha soltado del constante rubor callado de la adolescencia y desde el silencio ha aprendido a hablar y a escribir en su propio idioma.