Alguien juntó una lechuga con un tomate e inventó la ensalada. A alguien se le pasó por la cabeza mezclar leche con fresas e inventó el batido... Como puedes ver, para ser un gran cocinero hay que tener mucha imaginación. Con la imaginación los platos se llenan de magia y nada es lo que parece: las albóndigas son planetas de una galaxia desconocida; las cerezas, preciosos pendientes; las uvas, lágrimas gigantes y los boniatos... ¡narices de ogro!
Tu plato está lleno de formas, sabores y colores para que puedas jugar a imaginar mientras comes. ¿Te atreves?
Gira la rueda y empieza a devorar cuentos.