Varoufakis ofrece una crónica en primera persona sobre los cinco meses que duró el enfrentamiento entre Grecia y sus acreedores, una negociación que tuvo en ascuas a medio mundo en el 2015 y que se conoce como La primavera griega.
Varoufakis estuvo en el ojo del huracán cada minuto que duró el conflicto por su participación como negociador principal del recién elegido gobierno griego, era el Ministro de Finanzas, y por representar el mayor desafío al que se enfrentaba la Troika.
Durante 160 días, Varoufakis abanderó las esperanzas de muchos ciudadanos europeos, no solamente griegos, al infundir un cambio en el régimen político, financiero y económico europeo. Un cambio a todas luces necesario incluso en opinión del gobierno de Estados Unidos, el FMI y otras economías emergentes en vista a la incapacidad de Europa para superar las crisis griega y, por extensión, la crisis generalizada del euro.
Mientras la prensa hacía las delicias con el estilo informal y gran carisma de Varoufakis como persona, era su mensaje en sí mismo el que representaba una amenaza para los líderes europeos, en permanente incapacidad para rediseñar la gobernabilidad política y económica en Europa. Un mensaje que hizo también especial mella entre la población de países deprimidos como España, Italia o Portugal.