La predilección de estas hacia el cine de género se tradujo en una clara inclinación por el repertorio de la literatura de consumo. Simultáneamente, desde las trincheras del cine, donde se trataba de escapar a los imperativos económicos de la industria, los jóvenes cineastas reivindicaban una concepción autoral del filme, que traía aparejada un alejamiento de las bases literarias y, en consecuencia, un auge de los guiones originales.