Los cuadros esconden mensajes que pueden pasar desapercibidos, pero que a menudo cuentan historias fascinantes. Detrás de detalles aparentemente insignificantes alientan epopeyas que cambiaron el mundo, como los diminutos granos de pimienta en un bodegón, el pequeño colgante con un carnero dorado en un retrato o el pigmento que presta su color a un lienzo. O bien contienen indicios que remiten a la más temible red de espías, las contraseñas del marketing protestante o el gabinete de imagen y propaganda de la monarquía hispana, con guionistas como Calderón de la Barca y creativos como Velázquez.
Agustín Sánchez Vidal nos lleva de un tema a otro y los relaciona con nuestra vida cotidiana y el presente, desde el color naranja de las zanahorias de un bodegón a Bugs Bunny, Freud y la publicidad; del rey Midas al actual valor del oro; del Bosco a las pinturas negras de Goya o de la Inmaculada Concepción a una Unión Europea dividida entre los trabajadores países del norte y los holgazanes del sur. Todo eso y mucho más se esconde en los cuadros del Museo del Prado, que relatan la historia de España y sus vínculos con Europa.