Los ideólogos revolucionarios de 1789, herederos del Siglo de las Luces, eran progresistas, racionalistas, voluntaristas y, al menos en un primer momento, individualistas. De ahí venimos nosotros, punto arriba, punto abajo. Al mismo tiempo que se declaraba la revolución, se declaró la lucha contra la revolución. El conservadurismo moderno, lo mismo en su primera plasmación que a lo largo de los siglos XIX y XX, constituye una reacción contra el racionalismo, el voluntarismo y el idealismo de los progresistas. Delgado-Gal da cuenta de las distintas ramas del pensamiento conservador y acude a la filosofía, la literatura y el arte en un intento por analizar, simultáneamente, dos mundos: el de la revolución, y el de la contrarrevolución.