El nadador contempla su futuro: así lo hace Jonás cada mediodía, cuando comienza a encadenar brazadas, mientras al otro lado de las vidrieras de la planta de arriba del pabellón unas sombras esbeltas parecen observarlo; pero no sólo a él, sino también al resto de los nadadores. Para nadar en esa piscina, Jonás cruza toda la ciudad: es una de las pocas rutinas que le quedan de cuando todavía vivía con Ada, muy cerca de allí, en la zona norte, de altos rascacielos, y la fotografía aún le importaba como algo más que una manera de ganar dinero. Ahora vive solo, en un estudio al sur de la ciudad, y se conforma con ver la vida de los otros. La natación es el vínculo de Jonás con su vida anterior. Una mañana queda con su padre, un inspector de policía jubilado. No se ven desde hace varias semanas y le sorprende encontrarlo muy nervioso. Cuando le pregunta por la causa, él le cuenta que su madre ha desaparecido: lleva dos meses sin contestar al teléfono, ha ido al piso familiar, en el que ella aún vivía, y lo ha encontrado vacío, aunque sus abrigos, sus vestidos, su documentación y sus tarjetas de crédito están todavía allí. También todas sus pinturas.A partir de entonces, Jonás comienza a escuchar historias similares sobre gente que desaparece: con una calma que se le hace extraña, escucha otros relatos sobre personas que, como su madre, dejan de presentarse en sus trabajos o de regresar a sus domicilios, dejando tras de sí un silencio inquietante¿Son impresiones suyas? Tras su incredulidad inicial, Jonás decide buscar a su madre, mientras va descubriendo su propio miedo a desaparecer. Y continúa yendo al pabellón, y sigue distinguiendo, al levantar la vista de la profundidad clara de la piscina, en la que ya faltan varios nadadores, esas mismas sombras vigilantes, inclinadas detrás de los cristales de la planta superior. Pero, a pesar de ese vacío, Jonás sigue nadando.Novela sobre la soledad y el sentido de la existencia, profundamente simbólica y de clara raigambre kafkiana, refleja el vacío y el sentido de pérdida de la vida contemporánea. Tras la muerte de los mitos sólo queda el esfuerzo por sobrevivir en un mundo cada vez más desolado y solitario, lo que se combate con una poética de la memoria y el impulso vital de la amistad y el amor. Esta nueva novela de Joaquín Pérez Azaústre lo confirma como uno de los principales narradores de su generación.