NAVAL DURÁN, CONCEPCIÓN / JOVER OLMEDA, GONZALO
El dinamismo que caracteriza al mundo actual afecta profundamente a nuestras prácticas sociales. Numerosos aspectos (económicos, políticos, institucionales, medioambientales, tecnológicos, sanitarios, culturales...) de imprevisible alcance no hacen sino aumentar la inquietud y el desconcierto generalizados, debilitándose valores y realidades que hasta no hace mucho se mostraban sólidos. El poder civilizador y ético de la educación bien merece una reconsideración serena en este tiempo particularmente incierto y difícil para el conjunto de la humanidad. Aunque su aportación al éxito económico y material es incuestionable, y para no pocos se reduce exclusivamente a ello, la educación es mucho más importante: posibilita la misma sociedad civil y cimenta el florecimiento de la existencia humana. Si aspiramos a sociedades sostenibles no podemos permitirnos rehuir la reflexión, limitándonos a la lucha económica y a la mera supervivencia. Inquirir sobre nuestra condición humana y sus exigencias posibilitará vidas más plenas y participativas, mejorando nuestras experiencias sociales y culturales, aun en contextos de