«Mario Santiago Papasquiaro diría de Anna Roig que su delirio es su deleite. En este poemario están todos los cuentos que nos contaron de pequeños, y todas las verdades que aprendimos con el tiempo. Anna Roig es costurera. Teje, hilvana. No se da a sí misma ninguna ventaja. Construye una nave de palabras, conoce al iceberg y sopla sobre él hasta que aparece el agua. "Quizás le llame Modagala" hace saber que la vida es gerundio, que sólo se es siendo y que la lucha no termina nunca. También que en ese movimiento hay espacios de tiempo para contemplar el sueño. Porque Anna Roig es también alpinista, buscadora de cimas, persistente, tenaz. Entre escalada y puntada, aparece su poesía, su "tristezalegría", su soliloquio "risallanto". Tal vez se llame deshielo» (Rebeca Yanke).