He pasado buena parte de mi vida sentado a la mesa de un café, solo o acompañado. Cafés que ya han cerrado sus puertas definitivamente. Cafés que siguen ahí, sobreviviendo a los tiempos. Cafés de mi ciudad y cafés de otras ciudades que fui haciendo mías en cada nuevo viaje. Cafés donde leer, escribir, pensar, charlar, escuchar el hilo de una conversación que llega inesperadamente a tus oídos o ver pasar a la gente, que es otra forma de ver pasar la vida. La vida vista desde un café. La vida -tan breve, tan inesperada-, en un café. Descubriendo secretos, compartiendo confidencias, recordando complicidades, ahuyentando problemas, disfrutando de las lecturas escogidas, descansando después de los largos paseos, saboreando un café con leche o una copa de vino, agotando las risas, evocando a los que se han ido, susurrando secretos, buscando palabras, planeando viajes, aguardando el futuro, calmando la impaciencia. De todo eso hablo en este libro...