Si no quería perderlo todo, tendría que acceder a convertirse en su esposa.
Savannah había regresado a Grecia con la intención de hacer las paces con la familia Kiriakis, pero Leiandros Kiriakis tenía otros planes. Él seguía creyendo todas aquellas mentiras sobre ella y estaba empeñado en hacerla pagar por el pasado.
Savannah no estaba muy convencida de compartir casa con Leiandros, le parecía demasiado peligroso, dada la tensión sexual que había entre ellos. Sin embargo, él estaba encantado de tenerla justo donde la quería
porque ahora podría darle un ultimátum.