Nunca, nunca, salgas con el jefe
El millonario de la minería Damien Wyatt vivía siguiendo una regla: nunca más de una noche. Pero cuando Harriet Livingstone, la mujer que había destrozado su coche deportivo, apareció ante él en una entrevista su asombrosa belleza lo tentó, así que le robó un beso y ella le borró la sonrisa de la cara de una buena bofetada.
Harriet Livingstone no habría aceptado el trabajo si no estuviera desesperada, lo último que quería era involucrarse con el atractivo pero arrogante Damien. Mantener su relación fuera del dormitorio se estaba convirtiendo en una batalla
una que ninguno de los dos quería ganar en realidad.